domingo, 17 de junio de 2012

En lo que va de 2012...

Decididos a recuperar algo del tiempo perdido, vamos a toda haciendo un repaso de los que para esta casa han sido los mejores discos de lo que va corrido de 2012. En la siguiente entrega, una mirada a la escena nacional de éste y del año pasado.


Bloom - Beach House


Después del Teen Dream que nos gustó tanto a todos en el 2010, de Beach House se esperaba largamente su continuación. Bloom no ha fallado en absoluto y de hecho, por estos lados nos ha maravillado algo más que el anterior. Victoria Legrand y Alex Scally siguen dándonos canciones delicadas, expresivas y que crean atmósferas a cada momento. El sónido del dúo de Baltimore no ha cambiando pero sí se torna más definido: la mezcla de teclados contenidos, baterías medidas que se juntan con las guitarras dreampoperas de Scally y Legrand alcanzando más posiblidades vocales que en sus entregas anteriores. Además, la banda parece estar más que nunca en estado de gracia: el favor de la crítica elogiándolo (casi) todo y de los fans llenando sus conciertos y festivales en el verano del hemisferio norte (!). Y cómo no estarlo, si son capaces de hacer cosas como éstas:




"Myth" quizá sea el corte más emocionante, perfecto para abrir el disco, pero muy cerca vienen "Lazuli", "Wild", "The Hours" y el cierre con "Irene". Muy recomendado, de lo mejor mejor que tenemos hasta junio.


Attack On Memory - Cloud Nothings


No tan lejos de Baltimore, en Cleveland, se gesta una mezcla de rock con visos punk, hardcore y hasta algo de noise y shoegaze tan lograda como desde hace mucho no se escuchaba. La primera escucha de Attack on Memory, el tercer disco de Cloud Nothings, puede pasar desapercibida por su aparente sonido cercano en algunos pasajes al pop-punk más adolescente, pero en realidad está muy lejos de ser así. El inicio del disco, con "No future/no past" juega en otros terrenos muy distintos, tanto en letra como en la manera de asumir la aparente sencillez de el trío batería-bajo-riff de guitarra. La contención del tema, que sólo se rompe en el minuto final con el estruendo incipiente de la guitarra y los primeros gritos de Dylan Baldi anuncian que estamos en frente a algo estilo Sonic Youth (aunque sin tanto feedback y experimentación), Pixies o Nirvana (no en vano la producción corre a cargo de Steve Albini, experto en conjugar ruidismo y reflexión guitarrera, ej. The Jesus Lizard, Shellac) pero aterrizado a un plano y a unas estructuras punk/(post)hardcore más convencionales en sus puentes y transiciones.

Sin embargo, eso no quiere decir que el álbum pase como algo corriente: los ocho minutos salvajes e intensos de "Wasted Days", divididos en dos partes sorprenden enormemente. Son ocho canciones, que en realidad se hacen cortas, pero que dejan espacio también para fuertes contrastes. "Fall In", tal vez el único desacierto porque acude del modo más tradicional a referentes como The Offspring, es una muestra de la angustia post-adolescente de todo el disco, en todo caso en consonancia con "Separation", la interesante "Our plans" ("no one knows our plans for us/ we won't last long) y la mencionada "Wasted Days" ("my life's not gonna change", "I thought/ it would/be more/than this").




Django Django - Django Django


La psicodelia en todas sus formas se ha estado moviendo desde hace varios años hasta apoderarse de gran parte de la escena independiente internacional. Uno de infinitos proyectos en esa marea interminable de nombres y variantes es Django Django, un cuarteto inglés que ha sido elogiado en su país y –como ocurre frecuentemente a menos de que se trate de algo demasiado hypeado– largamente ignorado en Estados Unidos. Algunos de los elementos más notorios del rock piscodélico están presentes en el debut homónimo: armonías vocales, sintetizadores, ritmos de percusión repetitivos que muestran interés en fusionar estilos y hasta atreverse con cierto africanismo ("Waveforms", "Zumm zumm") pero todo sin caer en el riesgo común de alcanzar una cierta pesadez o prepotencia de un género que a veces apuesta por todo.

Casi todos los cortes son bailables, muy disfrutables, y sobre todo efectivos. El disco suelta por donde se le mire un espíritu de diversión y tiene unas ganas de experimentar y sonar pop al mismo tiempo que, aunque irregulares, dejan consistencia en el resultado final. Desde el principio hasta el remate, todos los cortes tienen al menos algo que vale la pena explorar. Y es que, en definitiva, aunque suene psicodélico Django Django es una banda de rock a secas, que apela a variados referentes al tiempo. 



ƒIN - John Talabot

 

La escena independiente española ha empezado a ganar cierta notoriedad en el panorama de años recientes. Cómo no hacerlo si hay nombres como Delorean, El Guincho, Triángulo de Amor Bizarro, Los Punsetes y un largo etcétera. Este año el turno parece ser para John Talabot, un productor barcelonés que en 2010 y 2011 ya había mostrado algunos sencillos de lo que por el momento era un house corriente pero interesante, con todas las pretensiones puestas en la pista de baile: abundantes kick drums, claps y sampleos de voces que sin embargo no hacían pensar en la progresión tan clara que vendría luego.

En ƒIN, el debut completo de Talabot, un cierto bajón en los bmp supone un cambio sustancial que lo aleja de esos primeros acercamientos para llevar su música a un terreno en el que importa más la cohesión de un sonido conjunto, para el cual el concepto de álbum se sobrepone al de los sencillos. Las canciones se construyen y varían lentamente, a diferencia del atropello y repetición que mostraban los singles precedentes. La dupla conformada por los temas "El Oeste" y "Oro y Sangre" –perfectamente dispuestas una después de la otra– es la mejor muestra de la manera en que el disco crea estructuras sólidas que van transformándose para buscar las transiciones en los diversos momentos. Ahí se habla de la intención del productor de encontrar el instante justo para encajar cada nuevo elemento que entra en juego. A su vez, en "H.O.R.S.E." y "Last Land" se hace patente la búsqueda de atmósferas adecuadas que permitan liberar cuándo tiene que ser toda la tensión y sensilibidad que sale de la mezcla de los de voces etéreas, líneas de sintetizador y percusiones leves (resulta dificíl encontrar un tema rebosante de ingredientes). Talabot se atreve de distintas maneras y en general en todas sale más que bien librado. Un sobresaliente se queda corto, incluso cuando lanza un evidente coqueteo al synthpop más ochentero de base house en "When the past was present". Difícil hablar sólo de algunos cortes recomendados cuando se está en frente de un álbum tan sólido en sus 52 minutos de duración. Por la sensibilidad y la emoción que logra transmitir en unos cortes que a veces parecieran antojarse fríos, el del catalán es, hasta el momento y con todo lo difícil que se va a hacer superarlo, el disco electrónico del año. Así de simple.  
    



Otros recomendados: el weedy rap de Schoolboy Q, con las buenas colaboraciones de A$AP Rocky y hasta un sample de Portishead; el synthpop oscuro y gótico de beats pegadizos de Trust; la contundencia del hardcore rap violento de Death Grips; Lower Dens y su improblable mezcla de dream pop, post-punk, new wave, dance-punk, folk-psicodelia, etc., etc...que reposa en la combinación de teclados, teclados y más teclados con líneas de bajo con efecto muy marcadas.

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